Con el sol, no solo llegó mi dermatitis; también llegó por ahí un chico nada especial.
Aunque sé que mis amigas lo odian, y yo ni lo quiero. Que dirían que porqué rayos entonces escribo una entrada en referencia a él. Pues bueno, siempre he narrado mis historias de amores baratos en este blog. Y además "soy bloggera, y escribo lo que quiera".
Bueno, digamos que ya lo había visto millones de veces en la U. Y su estilo de chico pavo y coqueto me agradaba. Pero no lo conocí hasta por casualidades de la vida en un curso por ahí. La primera impresión fue genial. La primera conversa también lo fue. Pensaba en qué chico tan tranquilo y tímido se ve.
Empezamos a conversar seguido; y sorpresas de la vida, "capricorniano del 92". Lo primero que hice fue ponerle una cruz gigante en la frente. A pesar de ello, me hacía reír demasiado con sus chistes pavos e imitaciones de todo tipo de caricaturas, personas y profes de la U.
No era ni tímido, ni tranquilo. Súper hiperactivo. Es el chico más coqueto, vanidoso y egocéntrico que he conocido en mi vida. Sin embargo, también es el chico más tierno y cariñoso. Digamos que en esta semana me encariñé de él... como amigos, claro.
¿Qué es lo más fail de un amor de verano?
Es cortísimo.
Solo buscan algo, y van directo a algo.
No puedes sentir nada, absolutamente nada.
Correr el riesgo de enamorarte.
Digamos que, esta vez no fue mal. Mi corazón se ha cerrado tanto que no pude creerle ni siquiera cuando dijo que le importaba. Nos hemos peleado un par de veces por lo necia que soy. Y claro, el día que confesó 'eso'.
A pesar de ello, hemos salido muchísimas veces; y la he pasado lindo.
Lástima que la próxima semana termine este ciclo de saliditas y risitas.
Al fin y al cabo, un amorío de verano no es tan malo... cuando no te enamoras.
Así que aquí se va el resumen de mi febrero: Capricorniano de 22 años, fue un gusto y hasta luego.